Cuando alguien, refiriéndose a una persona mayor, dice: "qué bien, qué joven está", implícitamente está afirmando que lo bueno, en realidad, es ser joven. Lo demás son apaños. Está manifestando que lo que se aprecia socialmente es la juventud, y que ser viejo no es un valor, sino casi un defecto. Otra frase reveladora: "En mis tiempos¿", da a entender que su oportunidad, su sitio, ya han pasado: que no hay un hueco relevante para los ancianos. Poco a poco, se va asentando la presunción, cuando no la convicción, de no pertenecer a esta época. Así, la persona mayor se siente excluida y cada día confirma que va perdiendo relevancia social.
Pero ser viejo tiene sus cosas positivas. Sin ir más lejos, sentirse protagonista de su propia evolución como persona y, más que nunca, un importante miembro de la comunidad a la que pertenece. La sociedad, no lo neguemos (¿cuántas películas de TV o cine, anuncios, o pases de modelos tienen por protagonistas principales a personas mayores?) discrimina a los viejos, pero éstos también tienen alguna responsabilidad en tanto que, a veces inconscientemente, participan activamente ("eso es cosa de jóvenes, que decidan ellos") en este proceso de segregación y desconsideración de los mayores.
1 comentario:
Es cierto que los ancianos son descriminados socialmente y que también ellos mismos practican la autodiscriminación. Pero también es cierto que muchas veces se sacan las cosas de contexto y entendemos lo que queremos, porque al decir "eso es cosa de jóvenes" están demostrando su sabiduría al dejar hueco a nuevas generaciones para que también hagan sus aportaciones, en muchos casos hacen de guías por los senderos del mundo... En mi opinión no todo es blanco o negro, y hoy en día también hay mayores que hacen labores sociales como enseñar a otros mayores a navegar por internet, literatura a presos,... Es cuestión de cómo vean ellos el vaso, si medio lleno o medio vacio...
Interesante tu blog, me ha gustado el paseo. ¡Saludos!
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